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Satanás no sólo ataca la mente y el cuerpo, pero también la conciencia. A ese ataque lo conocemos como “acusación”. Ella causa gran aflicción para el cristiano que se siente en falta y, por tanto, no puede levantarse delante de Dios. La acusación puede debilitar todo nuestro ser y muchos no se atreven a resistirla, por miedo de que pueda ser la reprobación del Espíritu Santo. Ellos no logran diferenciar entre una y otra, y terminan aceptando la imputación del enemigo. Consecuentemente, sus vidas son consumidas bajo la opresión del diablo. Recuerda que la acusación satánica puede incapacitar hasta la persona más espiritual y útil, y reducirla a nada. Una conciencia débil, debilita la persona entera.

 

¿Cuál es la diferencia entre una conciencia bajo acusación maligna y la reprobación del Espíritu Santo? Es muy importante que conozcamos la diferencia:

1) La acusación de Satanás nunca es clara ni evidente, mientras que la revelación de Dios, por el contrario, pone el pecado delante de ti (…). La de Satanás jamás viene con claridad, sino susurra hasta que te sientas muy afligido. Sin embargo, cuando el Espíritu Santo viene, El alumbra con una gran luz, de manera que puedas, objetivamente, percibir tu falta.

2) La acusación satánica carece de propósito positivo, no edifica sino que causa sufrimientos. Ella susurra hasta afectarte, oprimiéndote de tal manera que ya no eres capaz de levantarte delante de Dios. El propósito de la reprobación del Espíritu Santo, sin embargo, es que seas fortalecido y no debilitado (…).

3) Los resultados de la acusación de Satanás son diferentes de los resultados de la reprobación del Espíritu Santo. Si fuese la reprobación del Espíritu Santo, tendrás alegría y, por lo menos, paz interior después de confesar tu pecado. (…) Con la acusación de Satanás no es tan simple. Aunque ores y confieses tus pecados, todavía te sentirás incomodado por su susurro. Él insinuará que eres pecador, inútil y que tu confesión delante de Dios no tiene provecho (…).

¡Ten cuidado entonces, para no caer en su trampa! Ten en mente que, a través de la sangre  del Señor, nuestra conciencia puede ser purificada. Ningún pecado en el mundo es tan grande como para que la Sangre no pueda limpiarlo (1 Jn 1:7). (…) Las acusaciones satánicas nunca precisarán ser confesadas. (…)

No seas tan inconstante al punto de pensar que es imposible resistir a esas acusaciones, aunque desees no tenerlas. Si no haces nada, además de pensar desde la mañana hasta la noche, serás confundido. Pero si resistes, vencerás. Debes declarar: “¡Yo resisto! ¡No acepto esto! ¡Me opongo a toda acusación en mi conciencia! ¡Me posiciono contra esas acusaciones que vienen de Satanás! ¡Permanezco delante de Dios, bajo Su sangre, porque la sangre es siempre eficaz! ¡Rechazo esas acusaciones!”. Una vez que reprendemos las acusaciones, no necesitamos hacerlo nuevamente, tan sólo creer. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg 4:7).

 

Traducción del artículo “Como diferenciar a acusação de Satanás e a reprovação do Espírito” (Blog Eu vos Escrevi), basado en el libro Resistindo ao Diabo, de Watchman Nee.